Para una ocasión especial.

Era mediados de Octubre, cuando un día mi madre me dijo que la acompañara a la tienda de cuentas porque necesitaba unas para un collar que se estaba haciendo, (sí, ella hace mucho tiempo que sabe de estas cosas y de verdad que hace unos collares ideales).
Bueno, pues estando allí, la dueña que es un encanto nos enseña unos broches que acababan de recibir. Se lió! En cuanto lo vi pensé que era el complemento ideal para esas ocasiones especiales en las que te vistes un poco más, (un concierto, una cena, las navidades a la vuelta de la esquina,....)
En fin, que lo tuve que comprar y la verdad es que en el caso de que se hubiera dado cualquiera de las situaciones mencionadas, no tenía uno, sino varios collares apropiados.
Qué cierto es que nosotros mismos somos los que mejor nos engañamos, porque esta vez ni tan siquiera lo justifiqué con un "me lo merezco", (ya lo había hecho hacía un par de días, así que no tocaba).

El problema surgió después, porque claro, como broche era ideal pero a mi como que no me bastaba. Tenía que hacer algo.
Se me ocurrió un collar, con un toque antiguo. Me rondaban en la cabeza pelis como El gatopardo, Cotton Club, de esas en las que aparecen unos collares largos de varias vueltas. No sé definir exactamente el estilo, (eso los expertos lo nombrarán), pero yo quería algo así.

Desde Octubre hasta Diciembre, entré en varias tiendas de cuentas un montón de veces sin llegar a encontrar lo que quería; como es habitual en mi, lo tengo en la cabeza pero todavía no se ha fabricado, jajajaja.
Al final unos días antes de Navidades encontré las piedras negras y junto con las grises que tenía empecé a mezclarlas para ver cómo podía conseguir hacer un collar de varias vueltas pero cada una diferente. No creais, que fue todo un reto.

Después de dejarlo aparcado por un tiempo porque no lo veía claro, el pasado fin de semana lo terminé y me ha parecido que tenía que contarlo porque como era de esperar, he tenido varias ocasiones especiales durante estos meses y por supuesto no estaba el collar hecho. Lo que es una prueba contundente de que no necesitaba el broche para nada.

Bueno, ya sé que el post ha salido largo, pero es que el asunto se las trae con abalorios, y nunca mejor dicho, jajajajaja.

Aquí os dejo un par de fotos para que lo veais. A ver qué os parece.















Y que sepais que de esto no he aprendido ninguna lección porque estoy totalmente segura de que volveré a caer en la tentación y la liaré de nuevo.

Nadie es perfecto!